Desde que Beatriz guio a Dante hasta las puertas del Paraíso, la fuerza invencible que ha impulsado el mundo (y a la literatura) no son los amores felices, sino los contrariados.
Desde que Beatriz guio a Dante hasta las puertas del Paraíso, la fuerza invencible que ha impulsado el mundo (y a la literatura) no son los amores felices, sino los contrariados.