El centro de toda la Biblia -y, por tanto, de la entera vida cristiana- lo ocupa Jesús resucitado. Sin su resurrección, el cristianismo se reduciría a una insustancial predicación y los cristianos seríamos ridículos fanáticos de una momia. ¡Pero no! Cada mañana, cada domingo, cada Pascua proclamamos la verdad de nuestra fe con las emocionadas palabras de María de Magdala: ¡Cristo vive, él es nuestro amor y nuestra esperanza! Con este volumen,
los grupos de lectura bíblica quedan invitados a celebrar todo un año pascual, fijos los ojos en el Resucitado. El enigma de la muerte, expresado con angustia en algunos salmos, queda desvanecido en los relatos evangélicos de la resurrección de Jesucristo, que se presenta, en las visiones del Apocalipsis, como el Viviente que nos abre las puertas del mundo nuevo soñado por Dios para todos sus hijos.