Somos conscientes de tantas personas que sufren diversas enfermedades, que van con frecuencia al médico, que tienen diversas medicinas recetadas, Pero pocas veces somos conscientes de que las enfermedades del alma son, hoy en día, más frecuentes que las del cuerpo. Hay muchas personas tocadas por serias preocupaciones; otras que arrastran una distancia notable de la Gracia, o sea, están lejos de Dios. Quizá no las descubrimos tan claramente como las del cuerpo, pero uno mismo sí es consciente de esos males, cuando le afectan. Necesitamos las medicinas oportunas y muchas veces no es cuestión de ir al psiquiatra o algo parecido, sino ir al confesionario, aclarar su conciencia y pedir perdón.