Urge recuperar el fundamento dinámico que une espiritualidad y moral, que se encuentra en el seguimiento de Cristo. La vida cristiana, en efecto, es mucho más que un misticismo intimista o que un conjunto de normas, es una amistad con Cristo, que transforma nuestras acciones y abre un nuevo horizonte en la comprensión de nuestra existencia.
En la obra que prologamos, el autor asume el reto de estudiar este tema de la amistad con Cristo, en los escritos espirituales de san Claudio La Colombière, para mostrar la unidad entre moral y espiritualidad, en la línea de lo que el P. Léthel llama la «Teología de los santos», según la cual la santidad vivida se convierte en un lugar teológico para la moral. «Todos los santos son teólogos y solo los santos son teólogos», afirma con contundencia el P. Léthel, de ahí la pertinencia de abordar un tema de tanta densidad teológica, como es la amistad con Cristo, en la vida y los escritos espirituales del confesor de santa Margarita Mª de Alacoque, al que el mismo Jesús señaló como su «siervo fiel y perfecto amigo». No me queda más que felicitar a D. Álvaro Piñero por su trabajo, que abre horizontes para comprender la unidad intrínseca entre moral y espiritualidad desde la fuente inagotable del Corazón de Cristo. En la misma línea de la preciosa Encíclica Dilexit nos, del papa Francisco, el autor nos presenta la devoción al Corazón de Jesús como fundamento de la relación personal con Cristo, que no es mero acto intelectual o sentimental, sino una verdadera transformación del corazón, que se refleja en acciones concretas.
✜ Antonio Prieto Lucena
Obispo de Alcalá de Henares
– del Prólogo –